Espacios comunitarios de intercambio, bienestar y sostenibilidad de la vidaestudio de casos sobre bancos de tiempo en un contexto europeo

  1. Moral-Espín, Lucía del
Dirixida por:
  1. Francisco Sierra Caballero Director
  2. Lina Gálvez Muñoz Director

Universidade de defensa: Universidad Pablo de Olavide

Fecha de defensa: 12 de abril de 2013

Tribunal:
  1. Antonella Picchio Presidente/a
  2. Cristina Carrasco Bengoa Secretario/a
  3. Tindara Addabbo Vogal

Tipo: Tese

Teseo: 338305 DIALNET lock_openTESEO editor

Resumo

Las desigualdades de género en un campo tan fundamental como la producción y el acceso al bienestar son un problema estructural que aún hoy día está lejos de ser resuelto. En gran medida esto se debe a la estrecha relación que la generación del bienestar guarda con los trabajos de cuidados y con la feminización, invisibilización y desvalorización social de los mismos, lo que a su vez está relacionado con la identificación de lo económico exclusivamente con lo monetario. En un contexto generalizado de crisis estas cuestiones se acentúan. Dada su posición desigual y desequilibrada en el acceso a los recursos ¿trabajo, renta, tierra, tiempo- y a los espacios, mujeres y hombres experimentan de manera diferenciada los efectos de las coyunturas económicas, de las medidas que se toman desde las esferas políticas y financieras y de las respuestas que se ofrecen desde la sociedad. Un análisis histórico de las diferentes crisis económicas que se han producido desde los años setenta demuestra que éstas han provocado una intensificación del trabajo de las mujeres, especialmente del trabajo no remunerado de cuidados (Gálvez y Rodríguez 2011; Gálvez y Torres 2010). El cuidado tiene grandes implicaciones para el bienestar humano y puede ser visto ¿como una parte de la fábrica de la sociedad y algo integral al desarrollo social¿ (Razavi 2007). Sin embargo, es también ¿un campo extremadamente difuso un terreno resbaladizo cuya `naturalidad sigue sin ser cuestionada (Precarias a la Deriva 2004, 23) pues forma parte de la organización profunda de las condiciones que connotan al sistema en un sentido institucional y están sedimentados en prácticas históricas de relación de poder entre hombres y mujeres, clases y generaciones (Picchio 2001). Por ello, a pesar de ser un trabajo necesario tanto para quien lo recibe como para quien lo realiza, en la actualidad siguen siendo socialmente percibidos y ocultados como una responsabilidad de las mujeres propia del entorno familiar. Los motivos que explican esta invisibilización son complejos y tienen que ver tanto con el sistema patriarcal. Por todo esto, en las últimas décadas, y frente a las corrientes hegemónicas, las perspectivas feministas, y en concreto la Economía Feminista, vienen realizando una importantísima labor de denuncia del olvido de las mujeres en el análisis del trabajo en la familia y en la sociedad y de cuestionamiento de la centralidad de los mercados en los análisis económicos. Para ello plantea diferentes preguntas: cuáles son las delimitaciones conceptuales del trabajo que se realiza al margen del mercado y genera bienestar, cómo se puede medir, qué actividades y dimensiones engloba, en qué espacios se desarrolla, qué relación mantiene con el sistema y el modelo económico vigente en cada contexto, etc¿ Sobre estos últimos puntos, resulta interesante la propuesta que desde el United Nation Reseach Institute for Social Development (UNRISD) planteaba Shahra Razavi conceptualizando las instituciones implicadas en la generación de bienestar mediante la figura de un diamante (diamante del cuidado), por lo tanto, con cuatro vértices: 1) familias/hogares, 2) mercados, 3) sector público y 4) el sector sin ánimo de lucro -incluyendo voluntariado y provisión comunitaria (Razavi 2007). Siguiendo esta propuesta, los BdT se situarían en este último vértice del diamante: el de las iniciativas comunitarias. Aunque los BdT sean iniciativas relativamente recientes, a lo largo de la historia se observa toda una línea de prácticas comunitarias de provisión de bienes y servicios que han tenido como objetivo garantizar la supervivencia, lograr un mayor bienestar y/o promover un cambio social. Entre las más recientes pueden mencionarse las experiencias de los llamados socialistas utópicos del siglo XIX, el movimiento cooperativo, los movimientos de personas desempleadas y amas de casa durante la Gran Depresión, los movimientos contraculturales de los 60 o las redes y estrategias defensivas durante los años 80. En Europa los primeros BdT aparecen en el Reino Unido en la década de los 90 y desde allí se extienden rápidamente por todo el continente, especialmente a Italia, de donde darían el salto a Cataluña y de allí al resto de Comunidades Autónomas, Andalucía entre ellas. La mayoría de estos BdT, al menos en teoría, comparten una serie de principios y objetivos muy amplios pero que pueden resumirse en: resolver las pequeñas necesidades de la vida cotidiana sin recurrir al dinero, revalorizar las actividades que el mercado no valora, promover vínculos intergeneracionales e interculturales, estimular la creatividad y autoestima de las personas, reconstruir el sentimiento de comunidad y el dinamismo local, fomentar la reparación y reutilización de objetos, y promover la autoproducción y el consumo local. Algunos BdT situarán un mayor énfasis sobre los aspectos personales, otros sobre los comunitarios, otros sobre los medioambientales pero dada su línea general no es de extrañar que gran parte de las perspectivas que reclaman una reflexión sobre los límites del crecimiento y que plantean la necesidad de construir formas de vida basadas en las relaciones sociales y la redistribución del tiempo como fórmula para garantizar el bienestar de la población presente y futura del planeta, incluyan entre sus propuestas a los BdT. En este sentido, la propuesta de bienestar que emana de este tipo de iniciativas, presenta importantes conexiones con el enfoque de las capacidades de Amartya Sen ¿que se analizará en el marco teórico. Esta propuesta no gira en torno a lo que las personas pueden consumir ni sobre sus rentas, sino en torno a lo que las personas pueden efectivamente ser y hacer, esto es a sus `capacidades y `funcionalidades'. El conjunto de las capacidades correspondería a la libertad general para desarrollar una vida `digna de ser vivida'; una vida que las personas, de forma reflexionada, tengan `motivos para valorar¿.