Ciclos de vida, relaciones tróficas, distribución espacio-temporal y preferencia de hábitat de la ictiofauna residente en una zona intermareal rocosa en la región suroriental del Golfo de Cádizevaluación del estado e indicadores para su conservación

  1. Cano Compairé, Jesús
Dirigida por:
  1. Milagrosa Casimiro-Soriguer Directora

Universidad de defensa: Universidad de Cádiz

Fecha de defensa: 28 de noviembre de 2014

Tribunal:
  1. Karim Erzini Presidente/a
  2. Agueda Vazquez Lopez Escobar Secretaria
  3. Jorge Manuel Dos Santos Gonçalves Vocal
Departamento:
  1. Biología

Tipo: Tesis

Teseo: 374857 DIALNET

Resumen

El litoral gaditano está constituido por una costa mixta arenosa - rocosa, que presenta una gran variedad de ambientes costeros y formas litorales, debido a la acción dinámica de los procesos marinos que ejercen un papel fundamental en el modelado del paisaje costero en el litoral de la provincia (Gracia et al., 2008). Caños de Meca (Barbate) es una playa protegida ya que se encuentra orientada perpendicularmente al oleaje de Levante, y presenta una plataforma rocosa en la zona inter - submareal, lo que supone un importante control sobre la forma y las variaciones estacionales del perfil de la playa (Muñoz-Pérez et al., 1999). Muestra un carácter predominantemente reflectivo, con pendientes elevadas de escasa variabilidad temporal, ligadas a un oleaje poco energético debido al escaso fetch que presentan los frentes de Levante en esta zona (Gracia & Benavente, 2000). La zona de estudio es la franja comprendida entre el nivel máximo de pleamar y el nivel máximo de bajamar. Por tanto es necesario tener en cuenta que los cambios ambientales a lo largo de este eje vertical serán más bruscos que a lo largo del eje horizontal, ya que el primero atraviesa las interfases aire - agua y agua ¿ tierra, produciéndose un marcado contraste con fuertes diferencias en los parámetros que definen este ambiente, como son humedad, exposición al oleaje, cambios de temperatura y salinidad, etc. La combinación de los diferentes gradientes conduce a una zonación macroscópica visible (disposición en pisos o estratos) que se manifiesta en la distribución de los organismos en cinturones o bandas, que suelen ser paralelos a la superficie del agua. Las comunidades ícticas intermareales presentan una distribución espacial agregada. Esto implica que los individuos se agrupan en aglomerados o parches, dejando porciones del espacio relativamente desocupadas (Pielou, 1977). Los peces intermareales muestran patrones de zonación vertical equivalentes a la zonación de las algas intermareales y de los invertebrados. La cobertura de algas y los cantos que tienen las pozas son determinantes en la abundancia de muchas especies (Gibson, 1972; Marsh et al., 1978; Prochazka & Griffiths, 1992). Los principales factores que tienen importancia en la estructura de estas comunidades, particularmente en términos de abundancia y estructura de tamaños, son el área, el volumen y la rugosidad de las pozas en marea baja y la diversidad de microhábitats que presentan (Williams, 1957; Gibson, 1967a, 1972; Green, 1971, 1973; Khoo, 1974; Craik, 1981; Bennet & Griffiths, 1984; Prochazka & Griffiths, 1992; Yoshiyama et al., 1992; Mahon & Mahon, 1994). Los peces presentes en el intermareal rocoso presentan una coloración y un comportamiento crípticos para asegurar su supervivencia (Wootton, 1992). Muchas de las especies residentes del intermareal rocoso, viven permanentemente en un territorio que debe proporcionar escondites adecuados y una consistente disponibilidad de recursos a lo largo del año (Brown, 1964). En el caso de las costas de zonas templadas, la abundancia de comida, el grado de cobertura de algas, la temperatura y otros factores varían de forma muy acusada en sus patrones espacio - temporales. La utilización de microhábitats puede variar dentro de la misma especie en función de la clase de edad por los diferentes requerimientos tróficos o de espacio, y también en función del sexo, ya que gran parte de estas especies tienen puestas bentónicas y cierto nivel de cuidados parentales, así como diferentes requerimientos de energía de machos y hembras. En casos extremos, algunas especies de peces tienen relaciones simbióticas con invertebrados y en consecuencia presentan requerimientos específicos de hábitat (Mahon & Mahon, 1994). La riqueza de estos hábitats depende no sólo de la productividad primaria y los procesos intrínsecos de la cadena trófica intermareal, sino también de los aportes que llegan a la zona por efecto del oleaje, de las corrientes procedentes de la zona submareal adyacente, de las zonas pelágicas próximas y en menor medida de los recursos terrestres, principalmente vía insectos (Mathieson & Nienhuis, 1991; Raffaelli & Hawkins, 1996). En la zona de estudio coexisten especies de siete familias que pueden ser consideradas como residentes del intermareal rocoso (Blenniidae, Clinidae, Gobiesocidae, Gobiidae, Labridae, Scorpaenidae, Tripterygiidae). Las especies residentes del intermareal rocoso son un grupo de estudio particularmente interesante, aunque escasamente estudiado en las costas de la Península Ibérica, con estudios puntuales en la costa portuguesa (Almada et al., 1996; Arruda et al., 1993; Faria & Almada, 2001a; Faria et al., 1996, 1998; Monteiro et al., 1998; Nieder, 1993) y en el mediterráneo español (Moranta et al., 1997; Rubert & Seguer, 1997), siendo muy escasos, los estudios de ictiofauna intermareal de la costa suratlántica española (Nieto & Alberto, 1994a, Velasco et al. 2010). En el caso de algunas especies de especial relevancia en la zona, como Scorpaena porcus, los estudios se han realizado con ejemplares procedentes de pesquerías del Mediterráneo, no existiendo referencias a las características de su ciclo de vida en la zona intermareal. Las especies residentes del intermareal se distribuyen a lo largo de un gradiente latitudinal, y es su tolerancia térmica la que marca los límites de su distribución geográfica. En la actualidad las variaciones en la temperatura debidas al calentamiento global pueden suponer desplazamientos de dichos límites de distribución así como extinciones locales de las especies menos adaptadas. Además, el calentamiento global puede alterar también el ecosistema modificando sus complejas interacciones dinámicas y tróficas así como los patrones de diversidad. Conocer estas interacciones se convierte, en este contexto, en una pieza fundamental para evaluar el estado de las áreas intermareales y el impacto de los cambios. La zona intermareal juega un papel importante en los ciclos de vida de especies de interés pesquero, tanto como hábitat de alimentación como de refugio, puesta o alevinaje, las cuales podrían interactuar con las especies residentes formándose áreas de recolonización (Wootton, 1992). Es necesario conocer la distribución espacial y el ciclo de vida de las especies residentes, tanto verdaderas como parciales, para de este modo poder llegar a conocer los posibles efectos de la actividad extractiva del hombre sobre estas comunidades. Por tanto, la conservación de la comunidad conjuga interés no solo biológico sino también económico.