La recepción transnacional de la televisión como impulso a las migracionesun estudio de campo en poblaciones marroquíes

  1. Benítez Eyzaguirre, Lucía
Dirigida por:
  1. Francisco Sierra Caballero Director/a
  2. Carlos del Valle Rojas Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Sevilla

Fecha de defensa: 25 de febrero de 2011

Tipo: Tesis

Resumen

Una vocación de comprensión transcultural orienta esta tesis, la única posible en medio de los flujos de la comunicación y las migraciones que multiplican las zonas de roce y conexión que, para los individuos y las sociedades, supone el encuentro permanente con la diversidad y la incertidumbre. La comunicación y la movilidad son los ejes transversales de este trabajo pero también son los que han conducido el camino hasta aquí: una vida profesional sobre la comunicación, el periodismo y la televisión, un interés investigador por estos campos y los de la sociología y las migraciones, y la comprensión del mundo en movimiento a través de la pasión por los viajes y el encuentro cultural. Ahora que el planeta está cruzado por estos flujos, sólo hay un lugar común para el encuentro: el ‘paisaje mediático’ (Appadurai, 2001) que, como el ‘continente invisible’ de Ohmae (2000), podría ser el nuevo espacio social con una nueva organización, estructura y funciones en red que se dimensionan por la comunicación y la conexión (Castells, 2009: 43-44). Y ése es el lugar al que presto interés: Los migrantes están conformando mundos anónimos, cotidianos, socialmente invisibles e incluso denostados, que corren paralelos a los grandes procesos de mundialización de las economías y de la comunicación (Santamaría, 2002: 185). En este contexto, las cuestiones sociales también tienen que liberarse de la territorialidad impuesta por los Estados-nación y encaminarse hacia un ‘cosmopolitismo metodológico’: “La globalización, cuando se lleva a su conclusión lógica, significa que las ciencias sociales deben refundarse como una ciencia basada en la realidad de lo transnacional, y ello desde el punto de vista conceptual, teórico, metodológico y organizativo” (Beck, 2004b: 50). Así, los movimientos de población y las comunicaciones son fenómenos cuya dinámica supera los corsés de la territorialidad de los Estados, porque el poder se concentra en dos niveles diferentes pero alejados de su lógica: lo local y lo global. El contenido de las industrias de la comunicación marca hábitos, significados, identidades y estilos de vida de poblaciones locales en una tendencia hacia los horizontes más amplios que describe la movilidad: la comprensión del desplazamiento en el mundo, una percepción sobre los beneficios singulares y colectivos de la migración a la hora de ampliar las expectativas de vida que se visualizan mínimas en sus tierras de origen. El modelo de comunicación transnacional abre enormes diferencias y desigualdades en la comprensión del eje Norte-Sur, a la vez que se estimula la ilusoria idea de un mundo de fronteras abiertas –especialmente para los productos y las comunicaciones–, que impulsa la voluntad de cruzarlas. No hay que perder de vista que las motivaciones para la migración no sólo se encuentran en las explicaciones económicas y en la toma de decisiones racionales –incluso las decisiones se conforman en el sistema de información–, es decir, no dependen de variables económicas exclusivamente. Hay lugares en el mundo donde el hambre, las miserias o los desastres no llevan a la migración hacia el Norte rico y, en ocasiones, ni siquiera estimulan movimientos de población interregionales. Es difícil explicar por qué muchos migrantes que han tenido éxito en el país de destino deciden volver a su lugar de origen luego de estar muchos años en el extranjero. Más aún, si la migración estuviera determinada exclusivamente por diferencias salariales, entonces deberíamos esperar grandes flujos de países en desarrollo hacia países desarrollados y muy poco movimiento entre países desarrollados, pero ninguno de tales patrones se da en la práctica. (PNUD, 2009: 14) Pero incluso para el supuesto de la decisión racional, hay que considerar los efectos de las patologías de la comunicación y la información sobre los impulsos migratorios. Por su complejidad, el estudio de las migraciones debe contemplar múltiples teorías explicativas –aunque ha dominado la investigación sobre las causas macroeconómicas y las grandes teorías clásicas sobre los factores de expulsión y atracción ligadas al fenómeno laboral–. Hasta hace pocos años, no se ha abierto a los procesos de decisión y apenas se ha investigado sobre la configuración imaginaria de los migrantes y los procesos comunicativos. El cambio desde una sociedad industrial, organizada en función de la ética del trabajo hacia una sociedad de consumo de dimensiones globales, nos lleva a pensar que hay más factores en la sociología del consumo, en los estilos de vida y los paisajes mediáticos, que en la lógica laboral. Este conjunto de elementos –visto desde el contexto de los medios masivos– focaliza la investigación en la economía política de la comunicación, entendida muchas veces como una antítesis de los Estudios Culturales pero que, siguiendo la propuesta de Mosco (2006: 57-58), también plantea una perspectiva social, en cuanto a cambio, procesos y relaciones. Así, los intereses de ambas corrientes convergen y difuminan sus fronteras disciplinares vistos los focos de atención en la mercantilización como un proceso de generación de valor, la espacialización como modelo de análisis de lo transnacional, y la estructuración social por el impacto mediático (Mosco, 2006: 66). Economía Política y Estudios Culturales serían perspectivas complementarias y convergentes respecto al imaginario producido por los medios de comunicación. No sólo las teorías comunicativas, el impacto cultural y la construcción de las identidades pueden contribuir a esclarecer explicaciones para el complejo fenómeno migratorio: también se trata de someter a las audiencias transnacionales al contraste de teorías sociológicas como el ‘efecto demostración’, sobre el comportamiento social que trata de simular patrones de consumo de grupos o individuos que de forma real o psicológica se interpretan como superiores. Las representaciones mediáticas y las estrategias publicitarias, en su búsqueda del control social, estimulan el consumo a través de la simplificación y la condensación, los estereotipos y discursos que se ponen al servicio de los intereses económicos o políticos. La atracción de los migrantes hacia los mundos opulentos se ha estimulado a través de un flujo de promesas para los hombres y mujeres olvidados, promesas para trabajadores que ya no son necesarios pero que viajan seducidos por mensajes que, en realidad, buscan su integración en el consumo recorren un itinerario no deseado por los Estados y la lógica del poder. En la globalización, los flujos de la comunicación y de la movilidad han alcanzado una intensidad y una dinámica que se imponen de forma imparable como una necesidad: impulsan el libre comercio, sacralizan la libertad de consumo, planean con espíritu de control de hombres y mujeres, sobre su trabajo y su destino. La supremacía de la difusión de programas y películas del primer mundo en todas las televisiones del planeta invade las aldeas africanas y muestra a Europa –y en, general, al Norte– como un escaparate del éxito de la sociedad de consumo y de la modernización. A través de la tecnología –que también permite otros modelos de comunicación–, se llega a los rincones más desolados del planeta y se superpone un modelo cultural de forma unidireccional, con el dominio de un nosotros engrandecido y un ellos minimizado. La repercusión de estas representaciones de eficacia publicitaria encierra para los habitantes del Sur promesas de un nuevo estilo de vida, inalcanzable en sus tierras, y un reclamo para la migración. El consumo de ese estilo de vida es la única respuesta posible a una forma de comunicación unidireccional que se ha impuesto en los medios transnacionales, espectacular y desmovilizadora. La globalización ha transformado este mundo en complejo, multidimensional, diverso, plural, subjetivo, y se muestra en claves emocionales e individualistas. Es así como se construye el eje sujeto-realidad-conocimiento que ha servido para elaborar el marco teórico de la investigación sobre el binomio comunicación-migración; este eje coincide con la construcción de significados de los migrantes, con la visión de las expectativas sobre la migración, con la imagen del destino, así como con los mundos sociales en los que se insertan. Por eso, este estudio trata de indagar en la subjetividad de los individuos en la que se conforma la realidad, pero también en impulsos vitales de gran potencia como son la emoción y la imaginación. Así se orienta la lectura dinámica e integrada de su visión del mundo, de sus discursos y expresiones sobre la televisión, los planes de la migración, la evaluación de los riesgos, los logros y los costes. Para atender a las lógicas de la globalización multidimensional y de los vectores que la difunden, pero a la vez a los intereses y aspiraciones de los candidatos a la migración, nos hemos planteado un enfoque sistémico con el que abarcar las dinámicas y transformaciones de los individuos y las sociedades, así como la integración disciplinar necesaria que abarque lo complejo de las interacciones y las reconfiguraciones personales e identitarias que se registran entre la movilidad y la comunicación. Las mediaciones, interacciones y la realimentación de los discursos necesitan de la visión amplia que aportan los Estudios Culturales pero también de los efectos de la psicología social, la comunicación, la antropología, la economía, la sociología o la semiótica.