Efectos de un programa de promoción de actividad física para la salud desde el ámbito laboral durante la pandemia de la covid-19

  1. Romero Caballero, Alejandro
Dirigida por:
  1. Oscar L. Veiga Director/a
  2. Beatriz M. Crespo Ruiz Director/a

Universidad de defensa: Universidad Autónoma de Madrid

Fecha de defensa: 04 de mayo de 2022

Tribunal:
  1. José Castro Piñero Presidente
  2. David Martínez Gómez Secretario/a
  3. MaríaTeresa García Pastor Vocal
  4. Blanca Romero Moraleda Vocal
  5. Paula Esteban García Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Durante las últimas décadas el desarrollo de las nuevas tecnologías ha permitido reducir la cantidad de actividad física necesaria para realizar tareas cotidianas en diferentes ámbitos de nuestras vidas (Hallal et al., 2012). Esta reducción del gasto energético se extiende tanto en el entorno laboral como fuera de este. La exigencia física en los trabajos se ha reducido de forma considerable, dejando paso a tareas de carácter sedentario, a menudo ligadas a actividades intelectuales. Además, la realización de actividad física en el tiempo de ocio es muy inferior a la recomendada, no compensando la inactividad durante las horas de trabajo. Este parece ser uno de los factores vinculados al incremento de las tasas de sobrepeso y obesidad a nivel mundial (Abarca-Gómez et al., 2017), a la vez que la Organización Mundial de la Salud ha llegado a considerar el sedentarismo y la inactividad física como un problema de salud pública global (Laukkanen et al., 2016), responsable del desarrollo de algunas de las principales enfermedades no transmisibles (WHO, 2013). Con las evidencias disponibles en la actualidad se puede concluir que las personas activas tienen un menor riesgo de padecer múltiples enfermedades cuando se comparan con aquellas con menor nivel de actividad física (Jirathananuwat & Pongpirul, 2017). En la actualidad, el lugar donde más tiempo pasan las personas en estado de vigilia es el centro de trabajo. Partiendo de este hecho, el Instituto Nacional de Seguridad Salud y Bienestar en el Trabajo (2017) afirma que, de acuerdo con las circunstancias y tendencias de las sociedades modernas, las empresas y organizaciones deberían ofrecer estrategias y oportunidades para mejorar los niveles de salud y bienestar de sus trabajadores. Del mismo modo, la Organización Mundial de la Salud sostiene que el ámbito laboral es un lugar ideal para implementar programas para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes u obesidad (Jirathananuwat & Pongpirul, 2017), ya que, además del gran potencial en relación con la salud, estos programas parecen incrementar la productividad y la calidad de vida de los trabajadores (Riedel, Lynch, Baase, Hymel, & Peterson, 2001). En esta línea, existen algunos estudios que han desarrollado intervenciones con el fin de mejorar la salud en centros de trabajo centrados en la mejora de la alimentación (Kim, Hong, Mok, & Lee, 2012), el manejo del estrés (Limm, et al., 2010), el abandono del consumo de tabaco (Hughes, Yette, Hannon, Harris, Tran, & Reid, 2011) o aquel que más nos concierne, el incremento de la actividad física (Ainsworth et al., 2012; Martínez-López & Saldarriaga-Franco, 2008). Estas investigaciones han demostrado que la inactividad física aumenta la frecuencia y la duración de las ausencias laborales influyendo, por lo tanto, de forma negativa en la actividad de las empresas. A raíz de la contundente evidencia científica que aporta la literatura en relación a los beneficios de la implementación de programas de actividad física y salud en las empresas, desde los organismos oficiales se ha fomentado la promoción deportiva en los centros laborales, especialmente en aquellas empresas con mayor facturación (CSD, 2010). Sin embargo, en España un 97,4% de las empresas no cuenta con programas de actividad física con el objetivo de mejorar la salud de sus empleados, y más del 90% de las empresas no dispone de instalaciones deportivas propias (CSD, 2010). Además, las grandes compañías españolas no tienen una política definida que promueva la práctica de actividad física entre sus trabajadores (CSD, 2010). De estos datos se deriva que sólo el 2,4 % de los españoles afirman realizar actividad física en sus centros de trabajo, y sólo el 3,4% la realiza durante los trayectos al lugar de trabajo (Encuesta de Hábitos Deportivos, 2015). Las escasas experiencias reales de programas de actividad física y salud en los centros de trabajo españoles incluyen estrategias como la formalización de acuerdos con gimnasios y centros deportivos con el objetivo de reducir los costes de asistencia para sus trabajadores, la realización de charlas y talleres orientados a la concienciación de los beneficios y la importancia de los estilos de vida saludables o el fomento de la participación de los trabajadores en eventos deportivos (INSSBT, 2017). En el norte y centro de Europa, destacan las intervenciones basadas en la promoción del transporte activo al trabajo (bicicleta, caminar…) y la promoción de competiciones entre trabajadores, departamentos o empresas, analizando el número de kilómetros conseguidos o el porcentaje de días que se realizó transporte activo (INSSBT, 2017). Pese a lo interesante de estas propuestas, los indicadores de evaluación de estos programas se reducen, en la gran mayoría de los casos, al nivel de asistencia a las actividades o al análisis de encuestas de satisfacción (INSSBT, 2017). Ante esta situación, el presente proyecto pretendía estudiar el impacto de un programa de promoción de la actividad física para la mejora de la salud y el bienestar desde el ámbito laboral. El diseño de la investigación buscaba también comparar los efectos de una “intervención gamificada” con una “intervención no gamificada”, profundizando en la comprensión del impacto de la gamificación en los programas e intervenciones en salud, algo aún no suficientemente estudiado (Johnson et al., 2016). La inclusión de elementos presentes en intervenciones gamificadas añadía un aspecto novedoso al proyecto de investigación, que le otorga valor añadido respecto a intervenciones previas para el incremento de la actividad física en el ámbito laboral. La gamificación pretende fomentar la motivación incorporando elementos y mecánicas presentes en los juegos, utilizando técnicas como la creación de objetivos, la cuantificación y el seguimiento de los progresos, el establecimiento de recompensas y la comparación social, generalmente a través de competición (Edwards et al., 2016; Zuckerman & Gal-Oz., 2014). La evidencia científica actual sostiene que la gamificación puede tener un impacto positivo en el bienestar de las personas, especialmente en el cambio de conductas relacionadas con la salud (Johnson et al., 2016). La adherencia al proyecto, evaluada a través del envío de formularios de seguimiento, fue del 68.8% de media, observando un descenso significativo desde el 76.4% inicial hasta el 63.3% durante las últimas semanas de intervención. La satisfacción general con el proyecto fue de 8.51 sobre 10 y los trabajadores incrementaron de forma significativa su fusión de identidad con la empresa al final del proyecto. El gasto energético derivado de la actividad física total, así como el volumen de actividad física vigorosa (AFV) y actividad física derivada de caminar (AFC) incrementaron de forma estadísticamente significativa para la muestra en su conjunto. También se incrementó la actividad física moderada (AFM) aunque de forma no estadísticamente significativa. Por el contrario, el tiempo total sedentario no presentó variaciones destacables al final de la intervención y la ruptura del sedentarismo durante la jornada de trabajo mejoró de forma tendencialmente significativa. También observamos, tomando la muestra en su conjunto, una reducción estadísticamente significativa en el peso, el IMC, el perímetro de cintura, la presión arterial sistólica (PAS), la presión arterial diastólica (PAD), la presión arterial media (PAM) y la hemoglobina glicosilada (Hb1Ac). Del mismo modo, el colesterol total y el colesterol asociado a lipoproteínas de baja densidad (cLDL) también se redujeron considerablemente, aunque sin llegar a la significación estadística. Así mismo, la proporción de sujetos con un estatus ponderal de obesidad se redujo y, consecuentemente, la proporción de sujetos en normopeso incrementó, aunque tampoco se alcanzaron niveles estadísticamente significativos. Los triglicéridos, el colesterol asociado a lipoproteínas de alta densidad (cHDL) y la glucosa se redujeron de forma muy ligera. Además, la fuerza de prensión manual y la calidad de la alimentación mejoraron significativamente. Por el contrario, no se observaron mejoras significativas en la calidad del sueño ni en los niveles de estrés. Además, aunque se mejoraron de forma notable algunas de las dimensiones relacionadas con la percepción de salud y calidad de vida, concretamente el dolor corporal y la salud general, la puntuación global del SF36 se redujo significativamente debido a un empeoramiento de la salud mental. Los resultados positivos del proyecto para la muestra en su conjunto no se traducen en diferencias significativas entre los grupos de intervención. Ambos grupos mejoraron de forma similar en la mayoría de las variables. Así mismo, los resultados negativos en la esfera psicológica parecen estar claramente influenciados por la situación de crisis sanitaria derivada de la COIVD-19.