Las cerámicas grises orientalizantes en la Península Ibérica

  1. Vallejo Sánchez, Juan Ignacio
Dirigida por:
  1. Diego Ruiz Mata Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Cádiz

Fecha de defensa: 19 de enero de 2016

Tribunal:
  1. José Luis Escacena Carrasco Presidente/a
  2. Ana María Niveau de Villedary Mariñas Secretaria
  3. Ana Margarida Arruda Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 399873 DIALNET

Resumen

Las cerámicas grises orientalizantes aparecen en el siglo VIII a.C. para convertirse durante los siglos VII y VI a.C. en uno de los elementos característicos de la cultura material de los asentamientos de la mitad sur de la Península Ibérica. En esta tesis se persigue una caracterización completa y razonada sobre qué son y qué significan estas cerámicas en el contexto de la Protohistoria peninsular. Desde su estreno bibliográfico en 1949 los distintos investigadores que han tratado las cerámicas grises han buscado el origen de estas producciones en la acción de unas u otras etnias. Primero en griegos o fenicios, luego en los indígenas. Recientemente, en la acción de ambos, con términos como interacción o, más recientemente, ¿hibridación¿. Seguía siendo necesario abordar el problema analizando no sólo lo formal de las cerámicas grises (forma, aspecto, acabados, decoraciones, etc.) sino lo esencial. Es decir, el cómo y el porqué nacen, se producen y se difunden de un modo tan extraordinario estas producciones alfareras. Partimos de la hipótesis de que estas cerámicas son el primer fruto material y directo de las relaciones establecidas entre una población oriental que llega a la Península Ibérica ¿ fenicios- y las sociedades que habitan la Península Ibérica en aquel momento. Para demostrar esta idea analizo el proceso productivo para dibujar un panorama de cómo aparecieron estas cerámicas y cómo constituyen el reflejo de una serie de cambios que se producen a varios niveles interconectados: la organización de la producción, las estructuras y relaciones entre grupos sociales de distintas procedencias étnicas. La primera clave en su estudio y caracterización radica en el color que presentan: el gris. A través del estudio de los hornos cerámicos conocidos, analizamos cómo esta coloración es el fruto de una decisión tecnológica consciente y dirigida precisamente a obtener ese color. Esta decisión guarda relación con la búsqueda de una estética general, que además incluye los acabados y las escasas decoraciones conocidas. Las superficies están cuidadosamente bruñidas, aunque en calidades variables. Las decoraciones conocidas imitan técnicas, motivos y composiciones de las utilizadas en las cerámicas a mano del Bronce Final del sur peninsular. El método de modelado de estas cerámicas es la clave fundamental. El empleo del torno en su elaboración es la primera constatación arqueológica indudable de una producción cerámica propia realizada en suelo peninsular. Antes del siglo VIII a.C. se conocían en la Península Ibérica cerámicas fabricadas a torno. También los principios del movimiento rotatorio aplicado a la artesanía se conocía y se utilizaba puntualmente. Pero todo ello sin repercusiones a nivel socioeconómico ni tecnológico. Con las cerámicas grises, veremos cómo la incorporación del torno en los sistemas de producción implica una serie de cambios en las estructuras, en los artesanos implicados y en la organización de la producción que van más allá del mero hecho del modelado de las vasijas. Las formas definidas por este método de modelado constituyen un repertorio limitado, compuesto sobre todo por recipientes abiertos, de factura cuidada, destinados en conjunto al consumo y servicio de alimentos. Sistematizamos en esta tesis las formas conocidas en toda la Península Ibérica, analizando posteriormente su alcance cronológico y territorial. La revisión general de las regiones donde se fabricaron y utilizaron pone de relieve la importancia y alcance del fenómeno, antes aparentemente limitado a una cuestión de ¿imitaciones¿ estilísticas. Presenta la cuestión de las cerámicas grises como elemento material ¿por tanto, arqueológicamente detectable- de las relaciones entre los fenicios y los indígenas, idea varias veces señalada por otros autores pero nunca expuesta de modo tan completo, sistemático y globalizador. En general, esta limitada variedad general de las formas sugiere que estamos ante un fenómeno de estandarización. Esto nos conduce de nuevo a cambios producidos en la esfera productiva y a las relaciones existentes entre este fenómeno y los sistemas de producción y distribución de estas cerámicas. En conclusión, las cerámicas grises son el primer producto surgido de los nuevos sistemas de producción de los nuevos alfares. Estos sistemas se basan en talleres artesanales con dedicación completa y con una ocupación del espacio exclusiva para actividades productivas. Tienen un ámbito de distribución local y regional. Su producción y comercialización están controladas por las élites locales en asociación con los cananeos -en un primer momento-. Después por las clases surgidas generaciones después de la integración de ambos grupos en la nueva sociedad que se conforma a lo largo de los siglos VII y VI a.C. El modelo del que nacen estas producciones se convierte en el habitual y más extendido en el sur y Levante peninsulares, plenamente asentados ya durante la II Edad del Hierro y con siglos de existencia y vigencia a la llegada de Roma al escenario histórico peninsular.