Matemáticas y arqueología, estado de la investigación sobre la aplicación matemática en los estudios de Prehistoria

  1. Ramos Gil, Antonio
Dirigida por:
  1. María Lazarich González Directora

Universidad de defensa: Universidad de Cádiz

Fecha de defensa: 20 de septiembre de 2017

Tribunal:
  1. Salvador Rovira Lloréns Presidente/a
  2. Vicente Castañeda Fernández Secretario
  3. Michael Kunst Vocal
Departamento:
  1. Historia, Geografía y Filosofía

Tipo: Tesis

Teseo: 487873 DIALNET

Resumen

Esta tesis trata de descubrir la evolución del pensamiento matemático de las comunidades prehistóricas. En su inicio, se ha enfocado para tratar de responder a la pregunta: ¿desde cuándo se tiene un pensamiento consciente de las cantidades de cosas o elementos? La necesidad de contar los animales cazados, o la cantidad de enemigos que atacaban un poblado, harían que se tuviese que realizar marcas o signos que materializasen estas cantidades. La siguiente etapa posiblemente fue la de sumar grupos de cantidades o distribuir las mismas entre sus componentes, lo que dio paso a una incipiente aritmética. Simultáneamente, o no, la necesidad de realizar una serie de mediciones espaciales hizo que tuviesen que crear conceptos geométricos de áreas y volúmenes. También las primeras notaciones contables, sobre huesos o soportes parietales de posibles calendarios lunares. Se llega pues a la conclusión de que el registro de cantidades numéricas es anterior a la aparición del lenguaje escrito. Se analizan, a través de algunos artefactos arqueológicos, las primeras manifestaciones de conceptos enumerativos y cuantitativos y se lleva a cabo una actualización histórica desde unos balbuceantes trazos del paleolítico superior hasta los calculi babilónicos o los problemas sobre geometría y aritmética de los papiros egipcios. Al mismo tiempo se demuestra como hubo una evolución a través de miles de años de estos conceptos matemáticos, desde las comunidades de cazadores recolectores hasta las sociedades agropastoriles de la Prehistoria reciente. Un aspecto novedoso es la investigación llevada a cabo sobre el empleo de un canon de medidas de longitud basado en el cuerpo humano: el sistema de medidas antropométricas, que muy posiblemente tuvieron que usar en sus actividades cotidianas. Se relaciona el dedo, la palma, el codo o el pie, con las medidas de las puntas de flecha, el tamaño de los sepulcros megalíticos o las dimensiones de las primeras viviendas. Se impulsa la idea de que los arqueólogos y prehistoriadores deben de medir los restos arqueológicos en unidades del sistema métrico decimal (como es lógico) pero a la hora de interpretar esos vestigios deben pensar en términos de medidas antropométricas (múltiplos y submúltiplos), ya que en caso contrario nunca llegaran a comprender el porqué de esos tamaños. Como aportación completamente novedosa al campo de la investigación arqueológica se han estudiado los trazos radiales de doce discos perforados o rodetes de hueso del Magdaleniense cantábrico (14.000 B.P.) y uno en marfil de mamut del Auriñaciense (35.000 B.P.) que prueban, con bastante probabilidad de certeza, que esas marcas constituían realmente alineaciones solsticiales para, mediante la sombra de un pequeño gnomon, establecer la posición del sol sobre el horizonte en el orto y ocaso, y poder así anticiparse a los cambios estacionales. Eran una especie de “brújula solar primitiva”, que serian el germen de futuros y más completos conocimientos astronómicos. Estos discos se han catalogado tradicionalmente, en la literatura científica, como “botones decorados”. Por último, se recopilan a una serie de autores que colaboraron con sus trabajos y publicaciones a la comprensión de la estadística y los sistemas de clasificación entre el mundo de la arqueología y cuyos contenidos se deberían de incluir, cuando no existen, o acrecentar en los planes de estudio de las universidades españolas.