La aportación de las interrelaciones discursivas entre el sindicalismo y los nuevos movimientos sociales al marco referencial de la democracia

  1. Ribón Seisdedos, María Antonia
Dirigida por:
  1. Julio Pérez Serrano Director

Universidad de defensa: Universidad de Cádiz

Fecha de defensa: 25 de enero de 2016

Tribunal:
  1. Salustiano del Campo Urbano Presidente/a
  2. José Antonio López Sánchez Secretario
  3. Jaime Pastor Verdú Vocal
Departamento:
  1. Historia Moderna, Contemporánea, de América y del Arte

Tipo: Tesis

Teseo: 401318 DIALNET

Resumen

La minusvaloración del papel de los movimientos sociales en la profundización democrática debido a la imposición de una visión restringida de dicha forma de gobierno tiene graves consecuencias sobre los propios movimientos, la ciudadanía y la democracia. El caso del sindicalismo es paradigmático pues su decadencia le ha llevado desde ser considerado coadyuvador en la llegada de la democracia a ser percibido prescindible en su regeneración, con lo que ello supone para la defensa y mejora de las condiciones laborales de la población trabajadora. Entre las estrategias más destacadas para la regeneración sindical se encuentra la alianza entre el sindicalismo y los nuevos movimientos sociales. Desde un enfoque multidisciplinar y convergente de la historia discursiva y de la sociología de los marcos referenciales de Erving Goffman, se realiza un análisis de los discursos metapolíticos y políticos democratizadores de los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT, así como de un amplio espectro de organizaciones feministas, ecologistas y pacifistas vertidos en España durante la Transición. El análisis y la comparación entre la narrativa sindical, por un lado, y cada una de las narrativas de los nuevos movimientos sociales, por otro, evidencian relaciones discursivas que posibilitan su acercamiento y que enriquecen y refuerzan la capacidad de democratizar la sociedad. El discurso sindical sobre democracia sostiene la convicción en el ideal democrático; la utilización de la democracia como herramienta de emancipación de la clase obrera; la práctica de la democracia interna como demostración de fe tanto en ese ideal como en su efectividad como medio de gestión del obrerismo; la consideración de que su consecución requiere una lucha en la que la clase obrera y sus organizaciones son protagonistas; la adopción de una visión sustantiva de la democracia ligada a la sociedad socialista; y la asunción de una participación responsable e institucional de los sindicatos en y para con la democracia. Al igual que los grandes sindicatos, la mayoría de las organizaciones de los nuevos movimientos sociales se esfuerzan durante la Transición en la reelaboración y difusión de una idea de democracia amplia. En los tres movimientos hay organizaciones que defienden una democracia participativa y sustantiva. Por un lado, exaltan la participación ciudadana como elemento primordial de una democracia verdadera. Por otro, ligan la sustantividad de la democracia con los explícitos objetivos del movimiento en cuestión. El ensanchamiento en la forma y en el fondo se conectan: cada movimiento propone utilizar una democracia participativa para lograr su democracia sustantiva. Todo ello lo realizan aludiendo al contexto de conversión política del país, así como planteando recurrentemente una oposición entre dictadura pasada y democracia a la que se aspira. La profusión con la que cada uno de los nuevos movimientos sociales democratizan el ámbito de la metapolítica difiere, siendo mayor en el pacifismo, intermedio en el feminismo y menor en el ecologismo. El feminismo defiende que una verdadera democracia implica la liberación de la mujer y su participación en todos los aspectos en igualdad con el varón, tanto fuera como dentro del hogar, otorgando especial importancia a su inclusión en la política, la educación, el trabajo retribuido y la liberación sexual. La permeación de las narrativas feministas y sindicales son especialmente tempranas, conscientes y exitosas. El ecologismo diagnostica que el sistema que destruye el medio ambiente resulta también socialmente excluyente y, en ese sentido, cabe interpretarlo como debilitador de la democracia. Su transformación requiere la complicidad de los trabajadores y sus organizaciones. Para remediarlo se aboga por una democracia más participativa y más ligada al territorio que permita y tenga en cuenta la opinión de los afectados. Desde este doble planteamiento, el ecologismo social se define como democratizador. El movimiento por la paz y la noviolencia interpreta permanentemente su lucha en clave democratizadora al partir de que una democracia sólo puede tener lugar en libertad y eso significa una sociedad en ausencia de cualquier tipo de violencia física y estructural. Su narrativa es de todas las analizadas la más profunda y suspicaz con su visión del autoritarismo, el militarismo, el ejército, la obediencia, el papel del Estado, la limitación de los referéndums como herramienta casi única de la democracia y la sublimación de los métodos pacíficos para alcanzar la sociedad deseada. La relación sindicalpacifista es especialmente extraña por cuanto los principios pacifistas están desde el inicio del periodo estudiado en los textos sindicales sin que por ello se busque un acercamiento. El pacifismo, por su parte, reconoce la necesidad del sindicalismo, critica su debilidad y sospecha de su activismo en torno a la paz al tiempo que alaba su apoyo.